lunes, 10 de septiembre de 2012

Reseña: Purity Ring - Shrines


En la cultura popular, o al menos en la norteamericana, el purity ring, o anillo de pureza, era usado por las personas para simbolizar su castidad. Hoy en día, por supuesto, la práctica ha sido descartada junto con el concepto más aceptado de la castidad. Pero una banda oriunda de Montreal toma el nombre para otorgarnos unas melodías castas y sombrías, electrónica experimental que demuestra ser pegadiza al mismo tiempo. Shrines, el disco debut de Purity Ring, es uno de los mejores esfuerzos que ha salido al mercado en lo que va del año.

Este dúo de música electrónica está formado por Corin Roddick, encargado de máquinas e instrumentalización, y Megan James, la mujer detrás de las vocales aniñadas y dulces. Pero a no equivocarse: las canciones de Purity Ring nada tienen de dulzura, o de pureza: aunque la porción “casta” de Purity Ring se puede rastrear a su afinada poesía, enigmáticos nombres de canciones, la otra mitad de sus canciones, la más interesante, se puede rastrear a climas mucho más oscuros, donde la dulzura es reemplazada por la violencia y la experimentación.

Pero lo más curioso de todo esto es que, al contrario de otras bandas que se encuentran dentro de la misma línea estilística, las canciones de Purity Ring logran ser además en extremo pegadizas. Los sencillos principales, al menos, tienen esa capacidad innegable de las canciones pop para quedarse eternamente pegadas en alguna parte del cerebro donde no podemos alcanzar para quitarlas. Las elegantes capas electrónicas juegan con la monotonía y con una lírica acompasada, llevada adelante a la perfección por James, cuyas letras –que en un principio no fueron escritas para que nadie las escuchara- pueden atormentar tanto como encantar.

Shrines comienza con “Crawlersout”, una canción repetitiva y altamente electrónica, que comienza con una suave melodía de sintetizador para luego ir adquiriendo crescendo con los segundos. Aunque por un momento nos podemos sentir engañados de que se trata de un tipo de R&B experimental, cuando aparece la voz de James nos encontramos plenamente en el mundo del pop. Pero se trata de un pop completamente terrenal, donde se ponen en juego no las ideas o el mundo “ideal”, sino el cuerpo, todo lo sombrío del hombre que asusta.

El disco sigue con una de sus mejores canciones y sencillo principal, “Fineshrine”, que sin dudas merece un lugar en el podio de las mejores canciones del año. Con un ritmo que recuerda a una especie de hip hop experimental, la voz de James juega un papel entre aniñado y sensual, mientras llora una especie de mantra onírico sobre cortar un esternón y abrazar con las costillas. Como dijimos, muy corporal. “Ungirthed”, otra de las primeras canciones con título enigmático, también amenaza con una simple estructura pop de verso y estribillo, y, con un ritmo muy similar al de “Fineshrine” pero sin alcanzar su momentum. No es sorpresa que sea una de las primeras canciones que escribieron juntos, al no estar a la altura del resto del disco.

La oscuridad nos rodea por completo con “Amenamy”, una sombría melodía de sintetizadores. Quizás deberíamos dejar de usar la palabra sintetizadores, dado que Roddick usa un instrumento personalizado para manejar todos estos ritmos electrónicos, y también la iluminación en vivo de sus shows. Pero sintetizadores es más comprensible. Con “Amenamy” estamos en presencia de un ente también sensual, pero atemorizante. “Grandloves” cuenta con la colaboración de Young Magic, y hay que admitir que sería una canción casi perfecta sin su presencia. Las vocales masculinas parecen ir casi en contra de la esencia de Purity Ring.

Una de las canciones más tranquilas del disco es “Cartographist”, donde literalmente parecemos estar en presencia de un mapa sonoro con todos los trucos que tiene bajo la manga Roddick. Con ecos que reverberan desde todas las esquinas de nuestros parlantes, con meros susurros como canción, también se especializa en esta “oscuridad alegre” que define a Purity Ring. A continuación tenemos una de las canciones más destacadas del disco, “Belispeak”, donde volvemos a escuchar estos ecos pseudo hip-hop, pero a medida que avanzamos nos encontramos con una canción con un tempo apenas más arriba de un trip hop, y uno de los estribillos más pegadizos e inexplicables.

Con “Saltkin” tenemos una muestra pop experimental, donde la voz de James se vuelve mucho más aniñada que antes, y parece que nos encontramos en una lullaby infantil. Esto, por supuesto, antes de escuchar las menciones a los animales que se arrastran. “Obedear”, por su parte, es una canción con muchas atmósferas, una especie de Nicki Minaj en un viaje  de ácido, con un ritmo electrónico que taladra el cerebro, pero con gusto. Las dos últimas canciones de Shrines, “Lofticries” y “Shuck”, bajan un poco el tempo al que veníamos acostumbrados pero siguen siendo maravillosas.

9/10

En definitiva, Shrines no es un disco con el que nos encontramos todos los días. Es un disco que, naturalmente debido a su índole experimental, debería ser un tanto difícil de digerir. Pero a través de una ecuación equilibrada de electrónica, percusión y maestría, logran uno de los mejores debuts que hemos escuchado en mucho tiempo. Habrá que estar atentos a más novedades de este grupo canadiense, pero mientras tanto, nos queda este maravilloso LP para devorar todos los días, en los momentos del atardecer.

Fecha de lanzamiento: 23/07/2012
Discográfica: 4AD Records
Compra el disco: en la web de 4AD
Tres canciones destacadas: “Fineshrine”, “Belispeak”, “Lofticries”
Escucha el disco: en Spotify o en Grooveshark





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